MAZDA RX7

A finales de los años sesenta nació un motor muy prometedor, el motor «rotativo». Su diseñador, Wankel, tuvo la idea de sustituir el movimiento alternativo del pistón por el movimiento de un rotor en una cámara circular (llamada estator). Este invento tiene muchas ventajas, precisa Crestanevada Girona: un tamaño y un peso muy reducidos asociados a una gran potencia, y una ausencia de vibraciones… pero esta joya de la ingeniería también tiene algunos defectos: pocos especialistas para el mantenimiento de estos motores, y problemas de estanqueidad entre el rotor y el estator que provocan un consumo desmesurado de aceite (y de combustible) y una falta de fiabilidad mecánica. Sin embargo, Mazda ha aceptado el reto y se ha proclamado campeón del motor Wankel.

Con este RX-7, Mazda ofrece un modelo deportivo dirigido a un público amplio y con un diseño inspirado en gran medida en el Porsche 924. Este RX-7 tiene soluciones muy clásicas para la época (caja de cambios de 4 velocidades, eje trasero rígido…), pero bajo el capó delantero un bi-rotor Wankel de 2,3 litros desarrolla 105 caballos. Situado bajo y muy atrás, este motor garantiza un buen reparto de pesos, una garantía de equilibrio en la carretera.

El habitáculo está muy bien diseñado y tiene buenos acabados, e incluso acomoda a los pasajeros traseros (en viajes cortos). Todos los probadores de la época destacaron el muy buen equilibrio dinámico del RX-7. Este coche deportivo es fácil de manejar, se adhiere a la carretera (en buenas superficies) y parece no tener ningún defecto importante. La dirección es un poco imprecisa, pero no es pesada y la caja de cambios es un placer de usar, aunque es relativamente firme.

¿Y el motor? Es suave y silencioso, pero carece de fuerza a bajas revoluciones. Esto es deliberado: cuando el motor no está bajo presión, el carburador de cuatro barriles envía muy poco combustible, lo que limita el consumo…

¿Y el poder? Si se empuja con fuerza, el RX-7 muestra todo su carácter y vuela hasta casi 200 km/h, pero empieza a beber como un bávaro en un día de fiesta de la cerveza. Es imposible bajar de 11 l/100 km, incluso con un pie ligero. En definitiva, un buen pequeño GT, raro y exclusivo, para disfrutar tranquilamente entre dos radares.

El RX-7 pone sobre la mesa la originalidad de su disonante motor, un eficiente comportamiento en carretera (más bien en carreteras de buen firme) y además, costumbre japonesa, ¡un completo equipamiento! ¿Suficiente para seducir a muchos entusiastas? En realidad, no, y si el coche tuvo cierto éxito en Japón, encontrar uno en buen estado en Europa hoy en día es una búsqueda del tesoro. El problema es a largo plazo: el motor rotativo suele rendirse después de 150.000 km, o incluso mucho antes, y una reconstrucción es tan complicada como cara. ¿La razón? ¡La ausencia de especialistas en esta mecánica tan especializada! Y también es necesario acostumbrarse a las limitaciones que impone el motor, como la comprobación sistemática de los niveles antes de cada salida, el cambio de aceite cada 5.000 km y la falta de par a bajas velocidades.